Vivimos una nueva realidad laboral llena de cambios, retos y oportunidades. Es un momento donde las personas son el capital más valioso de una organización y solo aquellas empresas capaces de liderar el desarrollo de sus equipos podrán fidelizar y atraer mayor talento, así como crear fuerzas de trabajo altamente competitivas.
Es el comienzo del podcast de Silvia Foz, en el que tuve el honor de participar hace unos días. Una conversación amena en la que estuvimos hablando sobre humanismo empresarial y cómo las personas y la cultura organizacional son grandes oportunidades para el crecimiento de los negocios.
Las personas como motor de crecimiento
Si me lees desde hace tiempo, ya sabes que creo firmemente en el humanismo empresarial. Las personas son motor de crecimiento para las empresas y, como tal, deben estar en el centro de sus estrategias.
Un negocio necesita crecer de manera natural y orgánica para que este crecimiento pueda sostenerse en el tiempo y, lejos de ser un desafío, se convierta en una verdadera oportunidad.
Para ello, las empresas en proceso de expansión deben poner orden a su crecimiento. Buscar (y encontrar) la estrategia de expansión que más se ajuste a su verdadera esencia.
¿Y esta cuál es? Sí, hay muchas estrategias de crecimiento, pero probablemente solo haya una o dos que encaje con la empresa que inicie este proceso. La estrategia de crecimiento más adecuada para una empresa dependerá de la cultura que haya en esa empresa.
Dependerá de cómo sean las personas que haya en ese negocio. De su factor humano.
Las empresas deben tomar conciencia de su cultura organizacional
Siempre, toda empresa, todo proyecto, tiene una cultura organizacional. Una forma de pensar, de ser, de respirar, de hacer las cosas en el día a día, de marcar su rumbo y definir su estrategia.
El reto está en que muchas empresas no tienen una verdadera conciencia de su cultura.
Que la verdadera cultura de la organización no coincide con lo que la empresa pone sobre el papel o refleja en su página web.
Cuando una empresa afronta su proceso de crecimiento, es necesario que todas las personas que forman parte de ella realicen un ejercicio participativo y colaborativo que les lleva a tomar conciencia de cuál es esa cultura que existe en la empresa, definiendo su propósito, su visión y sus valores.
Será entonces cuando de verdad la cultura empresarial se convierta en un activo de valor.
Cuando la empresa se coloca en el camino correcto para encontrar esa estrategia de negocio o de crecimiento que encaja con su cultura.
Otras, sencillamente, tienen una velocidad o un tipo de crecimiento que no coinciden con los valores de la organización, con su propósito y su forma de ser.
A la hora de iniciar ese camino hacia el crecimiento es necesario que los líderes y las personas que formen parte de la empresa tomen conciencia de cómo, cuál es su cultura, su visión, sus valores y algo muy importante: su propósito. De esta manera será posible elegir un camino de crecimiento orgánico que respete el bienestar de las personas al frente.
Las personas también deben elevar su nivel de conciencia
Las personas dentro de las empresas necesitan conocerse a sí mismas y a sus equipos. De la misma manera que las personas son quienes harán crecer a las empresas, las personas también necesitan desarrollar sus cualidades, sus habilidades y su autoconocimiento, lo que, a su vez, aumentará su grado de bienestar.
Elevar el nivel de conciencia de las personas y los equipos, su autoconocimiento y su entrenamiento, elevará su rendimiento y llevará a las personas aún más lejos.
Para que las personas puedan desarrollarse es necesario desplegar algunas estrategias como permitir su participación en la toma de decisiones para, de esta manera, aprovechar la inteligencia colectiva y vincularlas de una manera real al proyecto.
Para ello pueden utilizarse determinadas herramientas de conocimiento personal y desarrollo de equipos como el test DISC o los team building.
Cuando las personas se vinculan con el proyecto
Una de las estrategias que mejor permiten cuidar el factor humano de las empresas es trabajar en la manera en que las personas se vinculan al proyecto. Y para ello las organizaciones deben ser participativas.
Cuando una persona participa de manera activa en el desarrollo de los proyectos y la toma de decisiones, se vinculará de una manera real y natural con la empresa, lo que a su vez redundará en la capacidad de la organización para retener el talento e impulsar su crecimiento.
Más allá de crear una organización más horizontal y menos jerárquica, se trata de impulsar organizaciones participativas en las que las personas sientan libertad para participar de manera activa no solo en la toma de decisiones sino también en los resultados.
Y cuando el propósito de las empresas está vinculado con el de las personas
Cuando el propósito de la empresa está vinculado al propósito de las personas que forman parte de ella, es cuando realmente se produce la magia. Es cuando de verdad se puede aprovechar la inteligencia colectiva y el factor humano se convierte en la palanca de crecimiento que toda organización desea encontrar.
Cuando el propósito personal está alineado al empresarial, las personas se encuentran mucho más vinculadas al proyecto.
Para lograrlo es necesario nuevamente poner conciencia: en el propósito organizacional, en el propósito personal y cómo ambos se interrelacionan.
- Definir el propósito organizacional. El primer paso será definir cuál es el propósito de la empresa, es decir, el impacto final que pretende generar en la sociedad.
- Encontrar el propósito personal. Igual que todas las empresas tienen un por qué auténtico, todas las personas también lo tenemos. Es eso que nos mueve, que nos motiva y que nos hace trabajar día a día para conseguir nuestro fin. Poner conciencia sobre nuestro propósito nos llevará, además, a un camino de autoconocimiento y desarrollo personal.
- Poner conciencia de la alineación entre propósito organizacional y personal. Cuando una persona conoce su propósito personal y es consciente del propósito de la empresa, es posible observar si realmente existe esta vinculación o no. Si es así, si ambos propósitos están alineados, entonces los equipos de trabajo influirán de una manera mucho más fuerte en todo lo que la empresa hace, lo que impactará en el clima laboral y en la fluidez de las relaciones organizacionales. Es entonces cuando las personas se sienten parte de una gran familia, de la que además sienten orgullo.
Cuando una persona está dentro de una empresa con propósito y además lo comprende, conecta, se vincula y siente que está en línea porque hay algo de esos valores en ella. Entonces siente coherencia y bienestar y se produce una vinculación y un compromiso fuerte entre empresa y empleado.
Y sí, es entonces cuando sucede la magia.
En busca de la mejor estrategia de crecimiento empresarial
Cuando las empresas inician su proceso de crecimiento con el nivel de conciencia adecuado sobre su cultura organizacional y sobre las personas que participan en ella, encuentra la estrategia de crecimiento que mejor responde a su identidad.
Un crecimiento orgánico y sostenible en el tiempo parte de un análisis previo del punto de partida y las estrategias que más aprovechan las fortalezas del proyecto. Esto es precisamente lo que la empresa debe poner en valor y destacar: aquello que ya posee de una manera natural.
Y es que hay tantas estrategias de crecimiento como empresas, y cada una debe encontrar su propio camino. Esa será la mejor estrategia de expansión para ella.
Descubrirla es todo un reto que a mí me apasiona acompañar. Muchas empresas necesitan contar con una persona externa que les incite a hacerse todas las preguntas necesarias para tomar conciencia de su identidad, su propósito y sus valores; y acompañe a las personas dentro de ellas en su propio camino de autoconocimiento.
Un trabajo que siempre produce grandes beneficios para el sistema empresarial en su conjunto.
¿Quieres poner a tu empresa en el camino del crecimiento orgánico? Escríbeme. Juntos podemos llevarla muy lejos.