Liderazgo femenino y sus grandes beneficios: cuando las mujeres lideran

En ocasiones se han contemplado las “características femeninas” como un freno o impedimento a la hora de llevar a cabo liderazgos efectivos. Pero la realidad es que muchas de las cualidades que, por la forma en que fuimos educadas, tenemos las mujeres pueden, lejos de suponer un freno, convertirse en una gran ventaja.

Liderazgo femenino. Un apellido que ya deberíamos haber superado. Pero a veces la realidad supera la ficción, y esta es una de ellas. Femenino, un apellido que ha servido como herramienta para dar visibilidad pero que ahora puede, incluso, suponer un freno para la igualdad.

La realidad es que el talento femenino es talento.

El emprendimiento femenino es emprendimiento.

Y el liderazgo femenino es liderazgo.

Y poner ese apellido, femenino, relega a las mujeres a una segunda liga. Mujeres que ya deberíamos estar a la misma altura que cualquier otro hombre. Mujeres que queremos jugar en la misma liga, juguemos el deporte que juguemos.

Hoy me asomo al blog de TOPTEN a reflexionar sobre la forma que tenemos las mujeres de liderar. Una forma que se deriva de nuestros mandatos y roles de género pero que puede suponer una gran ventaja a la hora de humanizar a las empresas.

En ocasiones se han contemplado las “características femeninas” como un freno o impedimento a la hora de llevar a cabo liderazgos efectivos. Pero la realidad es que muchas de las cualidades que, por la forma en que fuimos educadas, tenemos las mujeres pueden, lejos de suponer un freno, convertirse en una gran ventaja.

Solo tenemos que confiar en nosotras mismas. Y empoderarnos, siempre empoderarnos. Tomar el poder, ser conscientes de que podemos ser poderosas, de que nos merecemos ser poderosas.

La necesidad de sentirnos seguras


Continuamente me encuentro con mujeres en posiciones de liderazgo participando en las sesiones de mentoring que organizo. Una de las cosas que suelo ver en ellas, y en mí misma, es la necesidad de sentirnos seguras de que nuestras iniciativas vayan a prosperar para atrevernos a llevarlas a cabo.

Muchas tenemos ese llamado síndrome de la impostora, o necesitamos una seguridad adicional que los hombres, probablemente por la forma en la que fueron educados, no necesitan.

Para sentir esa seguridad, las mujeres necesitamos trabajar la confianza en nosotras mismas. También nos ayuda medir el potencial impacto de nuestras decisiones en términos de negocio.

Dicho de otra manera, podría decir que la principal dificultad de las mujeres al frente de los negocios es nuestra aversión al riesgo. Sin embargo, algo que podría verse como un freno puede convertirse en una ventaja. Y, entre tu y yo, ya es hora de que así sea. ¿Cómo convivir con nuestra aversión al riesgo y convertirla en un beneficio?

Las mujeres contemplamos la variable humana en mayor medida


Según mi experiencia, las mujeres tomamos decisiones de negocio siguiendo un proceso analítico que incluye la variable humana con mucho más peso de lo que veo en el caso de los hombres.

Esto significa que, a la hora de tomar una decisión de negocio, tendemos a valorar el impacto que esa decisión tendrá sobre los demás y sobre nosotras mismas. Nos preguntamos cuestiones como ¿vamos a sentirnos mejor o peor?, ¿vamos a perjudicar a alguna persona?, ¿vamos a seguir coherentes a nuestros valores? o ¿vamos a generar un clima de confianza?

El resultado de incluir esta variable humana en la toma de decisiones se traduce en negocios más sostenibles en todos los sentidos.

Finanzas más sanas, decisiones más conscientes, negocios más sostenibles


Para empezar, puesto que arriesgamos menos, las finanzas tienden a ser más sanas. En las empresas lideradas por mujeres hay tasas de endeudamiento más bajas y estructuras de inversión más ligeras.

Asimismo, debido a esta menor asunción de riesgo, las decisiones que tomamos las mujeres líderes suelen ser más graduales, es decir, ejecutamos las decisiones por fases que permiten llevar a cabo correcciones cuando es necesario, con todos los beneficios que ello conlleva.

Las mujeres encontramos seguridad en compartir las decisiones con nuestros colaboradores, y por lo tanto incluimos procesos colaborativos en nuestras agendas. Al hacerlo, promovemos el sentido de pertenencia en los equipos y somos capaces de tejer redes de colaboración que suelen estar muy alineadas en valores.

Cuidamos nuestra esfera personal


La sostenibilidad en los negocios liderados por mujeres también se ve reflejada en la esfera personal. Tenemos claro que no vamos a renunciar a cierto espacio personal y sí, podemos darlo todo puntualmente, pero el equilibrio personal es para nosotras una prioridad. Por eso, buscamos la forma más eficaz de desarrollar las estrategias y ejecutar los trabajos. Llevamos a cabo un liderazgo consciente en mayor medida.

Se pueden hacer negocios de muchas formas, con foco en resultados, sí, pero también con mucho foco en el camino a seguir, en cómo y con quién hacemos las cosas.

Las mujeres también buscamos generar beneficios, por supuesto que sí. Pero mi experiencia me ha permitido contemplar que distribuimos el beneficio obtenido de una forma más solidaria. A lo largo de mi carrera he visto cómo muchas mujeres con las que he trabajado han tomado decisiones sobre la gestión del beneficio más en la línea de contemplar claramente la reinversión, la distribución entre los equipos de trabajo a través de sistemas de retribución variable y las causas solidarias.

Hacia una forma de liderar más humana


Creo que esta forma de liderar es excelente, sobre todo cuando se combina con personas que aportan otros enfoques, formando equipos diversos. Es hora de que pongamos en valor, por fin, una forma de liderar que sencillamente es sostenible y socialmente respetuosa.

Estas formas de liderazgo deben sustituir cuanto antes a las formas tradicionales, basadas en un modelo patriarcal donde la jerarquía y el control hacen que el líder se sienta seguro. En estas formas de dirigir, más que liderar, se pone el foco en la generación de beneficios, no en las personas, y su distribución es todo menos socialmente responsable.

Es hora de que las lideresas tomen conciencia de que su forma de hacer es realmente buena. Que desplieguen las alas de ese talento natural e intrínseco que es la capacidad de enseñar e influir a otros para ir transformando, de una vez, el modelo.

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