Cómo perder la pereza a realizar llamadas comerciales

A muchos profesionales nos cuesta levantar el teléfono para hacer una llamada comercial. Sentimos pereza, incomodidad o incluso rechazo. Pero si cambiamos la forma de ver estas llamadas, podemos transformar esa resistencia en una oportunidad. 

La clave está en entender que no se trata de “vender a toda costa” sino de abrir conversaciones.Cuando haces una llamada comercial estás dando el primer paso para crear o reactivar una relación. Y en el mundo profesional, las relaciones lo son todo.

Porque hacer llamadas comerciales no es empujar, es proponer. Y cuando la propuesta nace del respeto y la autenticidad, siempre merece la pena.

¿Por qué sentimos rechazo ante las llamadas comerciales?

La pereza suele ser solo la superficie. Debajo, muchas veces se esconde el miedo: miedo al rechazo, al silencio incómodo, a «molestar», a no saber exactamente qué decir. 

El teléfono se convierte en una barrera psicológica y aplazamos esa llamada una y otra vez. No porque no queramos hablar, sino porque tememos el resultado.

Y ese resultado, en nuestra cabeza, suele estar demasiado vinculado a una expectativa: vender. Si no conseguimos cerrar una venta o agendar una reunión, sentimos que la llamada ha fracasado. Y con esa presión, ¿quién querría levantar el teléfono?

Pero, ¿y si cambiamos la expectativa? ¿Y si la llamada no fuese para vender, sino para conectar?

Si cambias el foco del resultado (vender) al proceso (conectar), entonces todo cambia.

Redefinir lo comercial: de vender a conectar

La palabra «comercial» carga con muchas connotaciones. Nos remite a frases ensayadas, a insistencia, a objetivos de conversión. Pero en realidad, una llamada comercial bien hecha es todo lo contrario: es una puerta abierta a la conversación, a la escucha, a la relación.

Cuando llamas a alguien con la intención de conocerle, de reconectar, de saber en qué está o cómo le puedes ayudar, lo que estás haciendo es cultivar una relación profesional sana y honesta. Estás construyendo tu red, manteniéndola viva. Estás mostrando interés y generando confianza.

Al llamar, estás generando y cultivando relaciones. Estás proyectando algo que es fundamental en cualquier actividad profesional: interés auténtico y confianza.

Cada llamada es una oportunidad para escuchar, aprender y dejar una buena impresión. Y aunque no se traduzca en una venta inmediata, estás sembrando una semilla.

¿Quién sabe? Vender puede ser una consecuencia. Lo que no debería ser nunca es el punto de partida.

Cambia la energía: de obligación a oportunidad

Cada llamada es una semilla. Algunas florecen en forma de colaboraciones, proyectos o ventas. Otras simplemente nutren el terreno de tu red profesional. Pero ninguna se pierde si parte de una intención clara y honesta.

Pensar en la llamada comercial como una obligación paraliza. Pensarla como una oportunidad de conectar, motiva. Porque cada vez que haces una llamada, estás demostrando iniciativa, interés, profesionalidad y confianza. Estás activando tu red.

Si lo haces desde el respeto, nunca estás molestando

Una de las creencias que más nos bloquean es la de «voy a molestar». Pero si llamas con claridad, respeto y autenticidad, no estás interrumpiendo: estás ofreciendo una posibilidad.

Y ofrecer posibilidades es uno de los actos más valiosos en cualquier relación profesional. Porque muestra que ves al otro, que piensas en él o ella, que te importa cómo está y lo que podría surgir juntos.

¿A quién llamar? Más allá de los clientes potenciales

Pensamos en llamadas comerciales y automáticamente visualizamos a alguien intentando cerrar una venta con un desconocido. Y no, no se trata solo de clientes potenciales. Hay muchas otras personas con las que podrías (y quizás deberías) hablar:

  • Ex clientes: Personas con las que ya trabajaste y con quienes hay un vínculo creado. Llamar para saber cómo les va, para pedir feedback o simplemente para retomar el contacto puede abrir nuevas puertas.
  • Posibles colaboradores: Personas con las que podrías crear algo en conjunto. A veces una llamada sirve para compartir una idea, explorar sinergias o lanzar una propuesta conjunta.
  • Contactos de eventos o redes: Es fácil que las relaciones se enfríen con el tiempo si no se cultivan. Una llamada puede ser la chispa que mantenga viva la conexión. Llámales para explorar sinergias o simplemente para mantener vivo el vínculo. 

Piensa en estas personas no como «prospectos», sino como parte de tu ecosistema profesional.

Claves para que no dé tanta pereza

Una vez redefinido el objetivo de la llamada, el siguiente paso es hacerlo fácil y humano. Aquí van algunas ideas para superar la resistencia:

  • Haz una lista breve: No te plantees hacer diez llamadas en un día. Empieza con tres nombres. Personas con las que realmente te apetezca hablar.
  • Ten claro el «para qué» de la llamada: Antes de llamar, pregúntate qué te gustaría conseguir. Puede ser reconectar, compartir una idea, proponer algo, pedir una opinión o simplemente saludar.
  • No improvises todo, pero tampoco leas un guion: Prepara tres ideas clave que quieras transmitir, pero deja espacio a que la conversación fluya.
  • Piensa en lo que puedes aportar, no en lo que quieres conseguir. Si llamas solo desde la necesidad, se nota. Si llamas desde el interés genuino por aportar valor, también se nota. Y mucho.
  • Acepta que no todos estarán disponibles, y está bien: No te lo tomes como algo personal. El «no» forma parte del camino. Y muchas veces, un «no ahora» puede convertirse en un «sí más adelante».

Puedes incluso crear un pequeño ritual: ponerte en un lugar tranquilo, preparar tu taza de café o tu infusión favorita, y dedicar 15 minutos a hacer una sola llamada sin presión.

Perder la pereza a hacer llamadas comerciales empieza por redefinir qué significa «comercial»: no es vender, es conversar, relacionarnos. Es abrir puertas, generar confianza y mantener vivo tu ecosistema profesional.

Haz una llamada con respeto, con interés genuino y con claridad. Tal vez no obtengas un «sí» inmediato, pero habrás sembrado una semilla que podría florecer más adelante. Y eso, en el mundo profesional, es avanzar.

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